Que la paella pueda viajar a los confines del planeta y cualquier persona sea capaz de llevarse a la boca ese pedazo de fiesta, hedonismo y celebración de la vida, es un sueño que nace en 1995 con Rafael Margós. Un emprendedor que dejó la agricultura para servir las paellas a leña que aprendió a cocinar con su abuela y que ahora, prepara su hijo Rafa para ti.
La paella en su versión original, al alcance de cualquier ciudadano del mundo. Un deseo difícil de cumplir, anhelado por muchos Maestros Paelleros, pero no imposible. Conseguirlo requiere de una técnica extraordinaria para envasar la paella manteniendo el equilibrio entre sabor, textura y aroma. Exige la creatividad necesaria para mantener intactos los matices de la elaboración artesanal en un formato industrial, capaz de replicarse en serie de forma controlada y segura. Y el valor suficiente para hacerlo cocinando con el fuego vivo de la leña. Algo al alcance de muy pocos.
Los Margós son uno de ellos. La familia que convirtió Las Bairetas en el templo por excelencia de las paellas a leña, sí podía acercarse a ese frágil equilibrio. Fue su progenitor el pionero que empezó a jugar con la industrialización de lo artesanal, inscribiendo en el último lustro del s.XX el primer ensayo de conservación de paella a leña.
Después llegarían muchos intentos, pero sin éxito. El resultado no estaba a la altura de lo que esperaba Margós y exigía la paella. Al fin y al cabo, tentativas más fructuosas de lo que pensaba, pues forman parte del origen de El Paeller.
Desde aquellos años se han lanzado muchas propuestas bajo el furor de la quinta gama y el boom internacional de la paella. En la mayoría de casos son productos artificiales que se alejan del sabor de la paella. Salvo algún proyecto interesante, pero incapaz de incorporar la necesaria industrialización para que la paella a leña vuele a cada rincón del planeta.
Tiene que llegar Rafa, el primogénito de los Margós, para coger el testigo de su padre y 25 años después dar con la mejor versión posible. Un preparado natural a leña con sabores que recuerdan la magia de los paelleros valencianos. Para lograrlo ha necesitado años de I+D con mucho ensayo-error y claro, su trayectoria única con más de 300.000 paellas cocinadas a leña ha sido clave.
En El Paeller, al envasar el caldo y los ingredientes tradicionales cocinados a la leña con ese perfecto equilibrio, también conseguimos envasar la liturgia que acompaña a la paella en las casas de la Comunitat Valenciana. Una celebración con familiares y amigos que da comienzo en el preciso momento en que empezamos a cocinarla. Un ritual que es la esencia misma de la paella y que ahora se puede vivir en cualquier casa del mundo.